Viajar todos los días en colectivo no es un lujo que me agrada, pero a falta del auto propio (muy anhelado por cierto) es un “obligado placer” que tengo que darme. Al fin de cuentas no es tan malo como parece, no se como será en el país que los vio ver la luz del sol pero por estos lardes un paseo en bus, micro, bondi o autobús o como le digan es una experiencia traumática, y no estoy exagerando.
La odisea empieza desde que te subís, o más bien desde que te lanzas dentro ya que los buses jamás frenan del todo, pasa lo mismo cuando bajas. Al tocar el timbre disminuyen minúsculamente la velocidad, lo suficiente como para que si caigas no te partas en mil pedacitos. A parte de tratar con el amable señor chofer al que no importa de que manera le pagues, siempre tiene algo que reprocharte de mala manera: si le pagas con monedas te manda a la re mil pu**s, si le pagas con un billete y te tiene que dar vuelto te vuelve a mandar la misma pute*da. Cuando sea más grande voy a hacer la Fundación Amor para los Chóferes para que los travestís los mimen, y les den con todo lo que sus mamás nunca le dieron porque obviamente algo les falto para tener ese odio tan profundo hacia cualquier cosa que se mueve.
El paseo tiene su momento cultural-artístico, cuando se suben niños a cantar los más tristes vallenatos o alguna música de iglesia de una forma tan pero tan lamentable que haría que el Dr. House se siente a llorar amargamente en una silla de ruedas. Terminada la tortura mas cruel que ni al mas loco de los nazis se le hubiese ocurrido piden limosnas; una vez le dije a uno: “Si no cantas te doy 5 mil guaranies” (seria 1 $ y algo) y una señora me refregó una carajeada de aquellas. Resultado: No le di lo pactado, la señora no le dio una sola moneda (pero que hdp) me levante porque justo me bajaba, mirándole a la señora primero y después al niño (para que la señora escuche lo que iba a decir) dije: “Eso te pasa por hacerle caso a esa vieja de m/3rd@”, ja! la cara de la señora no tiene precio. Desde que voy a la facultad también suben adultos con guitarras a tocar guaranias y polcas (buenísimo)
Pero son cosas que debo aguantar, es parte del folclore. Tal vez no la pasaría tan mal si no llevara tantas cosas pues como sabrán sigo Arquitectura y llevo muchos útiles, la vez pasada cuando intentaba mantener el equilibrio con mis escuadras y mi tabla de dibujo, el micro frena de golpe y le pego con la tabla a una chica que iba sentada pero un golpe de aquellos, de esos que da Lennox Lewis con la parte mas dura de la tabla.
¡Pobre chica enserio! A mi y todo me dolió de solo pensarlo, aparte hacia un frío que pelaba.
Me gusta el otoño! (¿?)