Yo solía salir como un winner de casa, porque la verdad es que para poder salir de ella había que ser todo uno. Y así por cosas de la vida y una domestica distraída, me pusieron un vaso de libertad enfrente al que no pude decir que no y salí a la calle cargado de actitud, desparramando alegría.
Ahí estaba, caminando como si la descubriese por primera vez de nuevo, en ese dejavú tan constante. Iba mirando a la gente que también me miraba extrañada. Tal vez por mi manera de orinar en prácticamente todo lo que había en mi camino, era extraño, no tome nada ¿o tome demasiado? pero creo que ese fue el día que mas orine en mi vida y me sentía tan sano que ni se cruzo por la cabeza que no lo era. Era sano, se sentía bien, era un gran alivio que corría por mis venas y chorreaba en el suelo. Bien por mi.
En una de aquellas esquinas pintorescamente tan verdes, me encontré con ella siempre hermosa y radiante, a lado de aquel atorrante, podría haber hecho una escena pero no, esa faceta hoy la deje en casa. Me parece que ni me vieron, me pareció que no los vi. La verdad es que ni me inmute porque tenía mi mente puesta en el camino y el sol puesto en la cara, hasta que me dio la sombra de un pronunciado mango lleno de sorpresas que me invito a descansar y como buen entendedor me acosté pelando panza.
Me dormí con la boca abierta, hasta que una señora vino a despertarme, la pobre pensó que estaba muerto y rio aliviada cuando se dio cuenta que no. Si, parezco un muerto cuando duermo, igual me parece mejor parecer un muerto que desear a otros morir con mis ronquidos. A veces pienso que debería ser actor, tal vez otro día.
Me pare, y mire tímidamente a la verduga de mi sueño. No había nada que hacer, el ya no iba a volver y esta anciana no tenía la culpa. Bostece y me estire como pude para emprender la vuelta a casa, orgulloso de haber tomado aquel vaso ya vacio. Pase por la misma esquina, no los volví a ver, a ellos, ni a mi.
Llegue a casa, me encontré con la domestica esperándome afuera, al verme dijo “nde jaguane vivo que anda, sigapy” y me pego un escobazo que no me esperaba.
Yo le moví la cola diciéndole gracias.